Comienzan #30diasenbici

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Comienzan #30diasenbici

Hoy comienza mi participación en la iniciativa 30 Dias en Bici

Al curro en bici.

Sorpresas a estas alturas?

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La verdad es que resulta difícil sorprenderse con algunas de las noticias de éstos días en los diarios.

Por ejemplo dos policías nacionales que atropellan a una ciclista y se dan a la fuga, o los «encargados» de las obras de El Musel que robaban ferralla. En realidad nada nuevo bajo el sol.

Sigo creyendo que nos ha tocado vivir una época con una sociedad en descomposición y es lo que hay.

Gijon

Por cierto recuerdo que más de 40 ferrallistas de las obras de ampliación del puerto de El Musel, en Gijón, fueron despedidos por pedir los descansos y vacaciones a los que tenían derecho. La mayoría de ellos eran norteafricanos y senegaleses y trabajan para la subcontrata Costanor, que según su denuncia les obligaba, además, a realizar turnos diarios de doce horas durante diez días y, según denunciaron los trabajadores, no incluía todo el salario en la nómina, les debía diversas cantidades y les sancionaba con cien euros si no portaban el DNI.
Este si que es el ambiente real de ataque a los derechos de los trabajadores que había/hay en Asturias. Ataque a los derechos laborales y libertades sindicales y… ¡Racismo!, que así denominó el abogado de los despedidos lo ocurrido, tras mantener una primera reunión con ellos en un parque. ¡En un parque!, peor que en los tiempos del general.
Noticia
Claro que por otro lado sigue en el Puerto de El Musel la impunidad del sobrecoste de los 40 mil millones de pesetas.
Noticia

Tengo más hierba que tenada

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(dicho popular asturiano)

Indignaos

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Ando estos días indignado.

Estoy acabando de leer el libro «Indignaos» (ISBN-13 978-2911939.761), escrito por el diplomático alemán de origen judío y héroe de la resistencia francesa , Stéphane Hessel (Berlín, 1917), uno de los redactores de la Declaración de los Derechos Humanos.

El librito de 32 páginas que puedes leer aquí en pdf y en  francés, o mejor dicho el breve panfleto político que se ha convertido en Francia, gracias al boca oreja y a las redes sociales, en éxito editorial de magnitudes considerables y en todo un fenómeno social que había sido ignorado por los mass media.

A modo de resumen destaco algunas frases que me han parecido reseñables. “Deseo que halléis un motivo de indignación. Eso no tiene precio. Porque cuando algo nos indigna, nos convertimos en militantes, nos sentimos comprometidos y entonces nuestra fuerza es irresistible”. Los motivos de indignación no escasean: “En este mundo hay cosas insoportables”. En primerísimo lugar: la naturaleza del sistema económico responsable de la actual crisis devastadora. “La dictadura internacional de los mercados internacionales” constituye además, según él, “una amenaza para la paz y la democracia”. “Nunca, afirma, el poder del dinero fue tan inmenso, tan insolente y tan egoísta, y nunca los fieles servidores de Don Dinero se situaron tan alto en las máximas esferas del Estado”.

En segundo lugar, Hessel denuncia la desigualdad creciente entre los que no tienen casi nada y los que lo poseen todo: “La brecha entre los más pobres y los más ricos jamás ha sido tan profunda; ni tan espoleados el afán de aplastar al prójimo y la avidez por el dinero”. A guisa de enmienda sugiere dos propuestas sencillas: “Que el interés general se imponga sobre los intereses particulares; y que el reparto justo de la riqueza creada por los trabajadores tenga prioridad sobre los egoísmos del poder del dinero”.

En temas de política internacional, Hessel afirma que su “principal indignación” es el conflicto israelo-palestino. Recomienda que se lea “el informe Richard Goldstone de septiembre de 2009 sobre Gaza , en el cual este juez sudafricano y judío, que incluso se declara sionista,  acusa al ejército israelí”. Hessel narra su experiencia sobrecogedora de la visita al territorio palestino de Gaza que califica como, “prisión a cielo abierto para un millón y medio de palestinos” lo que no le lleva a apoyar los actos violentos y a firmar que “el terrorismo es inaceptable”, por razones éticas y porque, al ser “una expresión de la desesperación”, no resulta eficaz para su propia causa pues “no permite obtener los resultados que la esperanza puede eventualmente garantizar”.

Para refirmar estas posiciones pacifistas el escritor francés cita a Nelson Mandela y  Martin Luther King, que nos indican “el camino que debemos aprender a seguir”, porque, para avanzar, sólo existe una conducta: “apoyarnos en nuestros derechos, cuya violación -sea quien sea el autor de ésta-, debe provocar nuestra indignación. ¡No transijamos jamás con nuestros derechos!” asevera.

Finalmente Hessel se declara partidario de una “insurrección pacífica”. En particular contra los medios masivos de comunicación en manos del poder del dinero, y que “sólo proponen a los ciudadanos el consumo de masas, el desprecio hacia los humildes y hacia la cultura, la amnesia generalizada y una competición a ultranza de todos contra todos”.

Stéphane Hessel ha sabido expresar con palabras, lo que tantos ciudadanos golpeados por la crisis y por las medidas de regresión social sentimos en el fondo de nostros mismos y de ahí su éxito de ventas. Ese sentimiento, en palabras de Ignacio Ramonet, de que les están arrebatando sus derechos, esos anhelos punzantes de desobedecer, esos deseos de gritar hasta perder el aliento, esas ganas en fin de protestar sin saber cómo…

Decía Honoré de Balzac que un panfleto “es el sarcasmo convertido en bala de cañón”, que bonita definición. Añade Stéphane Hessel que «la indignación es la pólvora de toda explosión social» y dirigiéndose a sus lectores, les recomienda: «Todos esperan ahora la segunda entrega. Cuyo título, lógicamente, sólo puede ser: ¡Sublevaos!»